Estaremos
presentando nuestra investigación sobre erotopías el jueves 21 y el viernes 22
de setiembre, de 18 a 20 horas, en la Librería del Fondo de Cultura Económica
en Buenos Aires (Costa Rica 4568, Palermo).
Jean-Léon Gérôme, El marabú en el baño del harén, c. 1889 |
El
deseo necesita un lugar donde realizarse, un soporte a través del cual
desarrollar su argumento. Dada la naturaleza fantasmática del Eros ese lugar
nunca resulta totalmente terrenal. Surcar el mar hacia la remota Polinesia fue
esencial para que Gauguin pintara a sus tahitianas y se convirtiera en el ícono
que es. Las islas de los mares del Sur dieron a Loti nada menos que su nombre. En
Taormina pudo von Gloeden crear, mediante la fotografía, su paraíso de efebos.
Y así mostrarle al mundo, con lujo de detalles, el mismo erotismo que los
uranistas ingleses apenas susurraban. Los pintores orientalistas alucinaron el
harén como aquel territorio donde todos sus deseos reprimidos podían relucir. Muchos
de sus paisajes provenían de la literatura de viajes, y a su vez alimentarían
nuevos relatos, fantásticos y eróticos, del romanticismo tardío. A partir del
Bosco, el desierto se convierte en el escenario privilegiado para que el Diablo
ofrezca a San Antonio los objetos que despiertan su apetito. Flaubert hará
volar al santo sobre el lomo de Satán para recorrer la cultura y gozar en su
búsqueda del conocimiento.