lunes, 3 de marzo de 2014

Fernando Barrios Boibo sobre " Un escritor acabado” de Ana Grynbaum para Relaciones


Si la  verdadera  originalidad  sigue siendo  un valor en  literatura,  los  relatos  de Ana Grynbaum valen  entre  otras cosas por  ello.  Claro  que por originalidad no entendemos  la  novedad  absoluta  en  los  temas,  ni siquiera  en  los modos de tratamiento  de la  materia, sino algo  menos  evidente, más  sutil  y efectivo  que  hace  al estilo  narrativo.


Algo  del estilo  de  Grynbaum  se nutre de una  ironía  que  planea  sobre casi todas  las  cosas precipitando  un  retrogusto  reflexivo  en torno  o lo  irrisorio y a la  vez  "humano  demasiado  humano" de  casi  todo.  Pero  eso  no  la priva de hacer  crítica  social  e incluso  política  en  clave  de  humor,  sin  salirse  del registro  narrativo, ficcional; lo  que no es  poco.

La invención  de la  República de H -muchos de los grandes han recurrido a la invención  topológica  donde ubicar sus ficciones- posiciona  al  lector  en  la  incomodidad  de  no  referir  y no poder dejar  de  hacerlo,  lo  narrado a la  comarca en  que se vive.

Hortensio Zeballos,  autor de  "Cuentos  fantásticos  para  jóvenes  militantes" entre  otros, "un  hombre  culto que procuraba en cada  uno de  sus  escritos hacer uso  de  toda  la  retórico  que la lengua  española  podía  brindarle..."  se verá  enfrentado al vacío,  cuando  su inspiración cese al mismo tiempo que los problemas  personales  y políticos. Una  escritura  que  se nutre, por  más de cuarenta  años,  de  la  desgracia  personal y  colectiva no sobrevivirá  a la felicidad.

"Los temas  de  la  tragedia  política hachera ya los  había -literalmente- gastado:  la  dictadura,  la  proscripción, la  desaparición forzada,  la  cárcel,  el exilio,  el  desexilio  y finalmente la entrada en el reino del dios  laico  que significó la  loma  del  poder  por  parte  de los social-capitalistas."

Cualquier parecido  con la  realidad  no es mera  coincidencia,  excepto que la  escritura  de  Grynbaum es  la demostración  de  lo  contrario:  se nutre de un  supuesto  bienestar  para reabrir la herida a la  pretendida  plenitud.  Sabe  de  lo  herético  de  su  gesto  y no  retrocede.  Inventa  nombres  oximorónicos  que sin  embargo  no  hacen  más que  mostrar  la "impureza"  de  toda  construcción, la  coexistencia  de  contrarios  en la  lengua  y  en  la  vida.

Lo  absurdo irá  ganando terreno  a la  vez  que irá  develando  la  inutilidad  de todo  gesto  ante  la  caída  de  lo  que debe dejarse  caer.  Wikipedia  acogerá  un ensayo  sobre  la  modorra  y el clima en Hache, que todos  podemos  consultar.

No conviene reseñar  cada  uno de los  relatos  ya  que  eso  reduciría  o al menos  lo  haría  imaginariamente,  el efecto  sorpresa  e incluso  la  estupefacción ante los climas y personajes  singulares  de  cada historia.  Solo  diremos que una joven  recibe anónimos insultantes y eso  inicia  otro curso  de fenómenos  que  hacen  que  las figuras  del amor  y el  odio  se inmixionen  peligrosamente,  prometedoramente.  En  una familia que parece  subsumida  en el fracaso  de toda tentativa,  los  anónimos puntúan el  no-tiempo  y, abren  cancha a la  imaginación  y el  deseo de  otra cosa  que mueva  alguna  erótica.

Hay  aciertos que trascienden lo literario -sin  salirse  de  ello- como cuando se valoran los  anónimos  como "cara a cara  con  los  palabras"  o cuando  se advierte el goce de  la  víctima, de  toda víctima.

Los finales de efecto  sugerido-  de efecto  al fin- agregan  una  nota  sin embargo  no  conclusivo,  solo parcialmente central  en  tanto  la  generación de  climas, que  reflejan  vidas -en  algún punto  las  de todos,  con  márgenes de diferencia-  da  cuenta  de  mundos  dentro del mundo.

La  desaparición de alguien, además de un misterio  instaura  lógicas inéditas-  quizás  este  podría  ser  un  leit motif del libro-  en  la vida de los  que quedan de  este  lado  del  espejo.  Lo ominoso coincide  con lo  epifánico,  con la  revelación  no  buscada. Que el otro es un desconocido  corre  en paralelo con el anoticiamiento de que uno mismo no es uno ni mucho menos mismo.

Los cambios,  las  alternancias  de las voces narrativas en "La casa sin sol", habilita el registro de  puntos  de  vista opuestos  y complementarios  de topos y lombrices  en  un experimento  educativo  siniestro  (¿como  todos?),  tendiente a sobrevivir  en  un ambiente inhumano -uno de los futuros posibles. Un final  sorprendente  nos advierte  acerca de la discontinuidad de discontinuidad  de  efectos e intenciones.

Una  línea  telefónica  de  prevención del  suicidio  será  el medio  por el  que alguien  sea puesto  cara  a cara  con la banalidad  de lo mórbido- "...como  dos muñecos que se cruzan en uno de esos  cruzan  en  uno de esos fantasiosos relojes  cucú  que  escenifican  cuentos  sin tocarse"-,  así  se  cruzan las vidas  de  Elina  y de  Marta  Zirigalli, suicidóloga; y no será sin consecuencias.  Se presume  que Psicólogos y Psiquiatras  no saldrán  mucho  mejor parados  aunque puedan recurrir a excusarse  en  la  necesidad  laboral.  La  irónico  existencia  de un Mundo Plus Civilizado  mina toda  expectativa  civilizatoria, todo  porvenir  de una  ilusión.

Una  esfera puede  revelarnos  lo que se calla-callamos y  precipitarnos a un  universo  de  angustiante  visibilidad.  Eso  le  sucederá  a Carmela: "Caminar las  dos cuadras  que la  separaban  de  la  carnicería, de ser un automatismo  se  convirtió  en  una tortura. No solamente  porque  había descubierto que el  carnicero  se hacía  la  cabeza con sus voluminosas tetas, ni  porque fantaseara  con rebanárselas  mediante  la  sierra  eléctrica." En una  suerte  de destino  similar  al de  Funes el  memorioso  de  Borges,  verlo todo,  escucharlo  todo,  atisbar  los  pensamientos  inconfesados podrá ser  un  camino  cierto  al  infierno.

Lo  relación  a la propia  imagen, la  sumisión  (in)voluntaria al espejo que son  los  otros, se  verá  jaqueada  en "Primera  dama",  relato  en que  una mujer  toma  contacto  traumático con la  desatención  prestada  a la  construcción de su efigie,  de  su  máscara.  Desaparecer no  será  una posibilidad, aunque se fantasee  con ello.  El divorcio de la propia imagen no será una opción. La sociedad del espectáculo acogerá  una  imagen  incluso absurda como forma de perpetuarse por encima de toda otra verdad o fundamento.


"Un escritor acabado”, Ana  Grynbaum, Margarita editora, pp. 204

(2/2014)

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