viernes, 22 de mayo de 2015

Ana Grynbaum - El affaire Tausk (1/3): Descripción del Aparato de Influir –

En 1919, poco después del suicidio de su autor, el psicoanalista Viktor Tausk, se publica por primera vez “Acerca de la génesis del aparato de influir en el curso de la esquizofrenia”*, en el periódico de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. A pesar del riguroso silencio que Freud y sus seguidores impusieron sobre el nombre de Tausk, a pesar de que en toda la obra de Lacan éste no aparece nunca
–lo cual alcanza para volverlo invisible a los ojos del grueso de sus discípulos-, a pesar de que ni siquiera los antipsicoanalistas supieron valorarlo –en el Antiedipo, Deleuze y Guattari mencionan a Tausk una sola vez para rápidamente desecharlo-, la obra de Tausk ha sobrevivido hasta el día de hoy por sus propios méritos. Y si algo podemos lamentar es que su trabajo no continuara. De los pocos ensayos de Tausk que se conservan –no sabemos cuántos fueron quemados tras su muerte, cumpliendo la última voluntad del autor- el artículo sobre el aparato de influir es uno de los textos que conservan especial vigencia.



EL APARATO DE INFLUIR 

Como psiquiatra, Tausk trabajaba en la clínica universitaria de Wagner-Jauregg, en Viena. Allí algunos pacientes diagnosticados como esquizofrénicos le transmitieron su experiencia de estar sometidos a un aparato de influir (en adelante AI). Dicho aparato, ubicado en el exterior del cuerpo de quien lo padece, actúa sobre las ideas y sentimientos de éste como si se alojara en lo más profundo de su intimidad.

Una de las pacientes de Tausk, Natalia A., experimentó una variedad particular de AI, que tenía forma de cuerpo humano, del suyo propio. En su artículo, Tausk describe primero el aparato de influir ‘más común’ para luego dar cuenta del artefacto antropomórfico de Natalia.

En palabras del autor, el AI “permite, por sus detalles de construcción (…) una tentativa de explicación psicoanalítica del origen y la meta psíquica de este instrumento construido por el delirio”. Por ello Tausk se aboca a una minuciosa descripción de la morfología, funciones y evolución de esas máquinas.

El esfuerzo de Tausk por tomar al pie de la letra el relato de sus pacientes constituye una diferencia fundamental con la literatura psiquiátrica, que –como él mismo señala- “nunca da del aparato otra cosa que una descripción general: enumera a título de ejemplo sus piezas y sus funciones habituales”. Hasta tal punto concede importancia a la literalidad que en vez de esbozar cuadros clínicos construye figuras literarias (las máquinas).

Lo primero que destaca Tausk del AI es que se trata de una “máquina de naturaleza mística” ya que “sólo por alusiones pueden los enfermos indicar su estructura”. La materialidad del artefacto es una descripción, se trata de un aparato lingüístico. El AI “Se compone de cajas, manivelas, palancas, ruedas, botones, hilos, baterías, etc. A menudo el enfermo se siente “atado al aparato por hilos invisibles que conducen a su cama”. Para su funcionamiento: “Se aprietan botones, se mueven palancas, se hacen girar manivelas”.

“Los enfermos cultos se esfuerzan, con el auxilio de los conocimientos técnicos de que disponen, en adivinar la composición del aparato”. Por ello “A medida que progresa la difusión de las ciencias técnicas, descubrimos que todas las fuerzas naturales domesticadas por la técnica concurren a explicar el funcionamiento de este aparato; pero no bastan todas las intervenciones humanas para explicar las notables acciones de esta máquina”.

La finalidad principal del AI es perseguir al sujeto. El aparato es manipulado por sus enemigos. Los principales efectos de la máquina son: 1) presenta imágenes, 2) produce y sustrae pensamientos y sentimientos a través de ondas, rayos o fuerzas ocultas –en ocasiones corrientes eléctricas-, de los que harán uso los perseguidores, 3) causa acciones motrices en el cuerpo del afectado –incluyendo erecciones y poluciones, que ‘debilitan su potencia viril’-, 4) genera ciertas sensaciones –algunas indescriptibles y especialmente intensas- y 5) también da lugar a otros fenómenos somáticos –erupciones cutáneas, forúnculos, etc.-.

La descripción del aparato y su modus operandi brinda, a quien lo padece, una explicación de sus vivencias perturbadoras. El aparato es leído como la causa de las “transformaciones patológicas que dominan la vida afectiva y sensorial del enfermo y que son experimentadas como extrañas y desagradables”.

No todas las personas aquejadas de persecución ‘incomprobable’ disponen de un aparato responsable de lo que les pasa. La construcción del aparato impone al caos de la invasión permanente e inevitable un cierto orden –aún ‘delirante’ o ‘anormal’-. Permite colocar el problema, de alguna manera, fuera y a distancia de quien lo padece.


EL APARATO CUERPO HUMANO 

El caso que Tausk presentó ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena, y que luego desarrolló por escrito, es el de Natalia A. Esta mujer de treinta y un años, exestudiante de filosofía, sorda desde años atrás, manifestó a Tausk encontrarse bajo la influencia de un aparato eléctrico fabricado en Berlín “pese a la prohibición de la Policía”. Dicho artefacto tenía la forma de un cuerpo humano: el suyo, aunque no exactamente.

El tronco del cuerpo-aparato tiene forma de tapa, como un féretro común, forrado con terciopelo. Los miembros, en la primera entrevista, son descriptos como “segmentos del cuerpo completamente naturales”. Pero “Semanas después los miembros ya no estaban materialmente bajo la tapa del féretro, sino tan sólo dibujados sobre ésta en su posición natural a lo largo del cuerpo”. De la cabeza no sabe, no puede informar.

Tampoco sabe Natalia con claridad cómo se manipula el aparato. Una especie de telepatía la liga a él, al respecto no sabe más. Lo cierto es que todo lo que le sucede al aparato le ocurre también a ella, en su propio cuerpo. Si el aparato recibe un pinchazo en tal lugar, en igual sitio de su cuerpo recibe ella el pinchazo. La máquina llega a adquirir la apariencia de Natalia casi por completo.

El hombre que se vale del aparato para perseguir a Natalia es un expretendiente, cuya mano ella había rechazado. Pero la figura del perseguidor se multiplica: el artefacto pasa a ser manipulado por malhechores, quienes provocan en el cuerpo de Natalia “secreciones nasales, olores repugnantes, sueños, pensamientos y sentimientos. Perturban su pensamiento, sus palabras y su escritura”. Anteriormente le habían llegado a provocar “sensaciones sexuales al manipular los órganos genitales del aparato. Pero de un tiempo a esta parte éste ha dejado de poseer tales órganos. La enferma no puede decir cómo ni por qué los ha perdido (…) desde que el aparato no los tiene, ella tampoco tiene sensaciones sexuales”.

La máquina de Natalia se transforma: “Asistimos, evidentemente, a una fase del proceso progresivo de desnaturalización del aparato, que pierde, pedazo por pedazo, los signos distintivos de su forma humana para transformarse en una máquina de influir típica e incomprensible. Así es como, víctimas del proceso, desaparecen sucesivamente los órganos genitales y luego los miembros.” Este proceso implica “un trabajo de distorsión progresiva a partir de la imagen de un ser humano, que es la imagen misma de la enferma.”

Por otra parte, todos los humanos van siendo convertidos por el aparato en enemigos de Natalia. En la tercera entrevista que Tausk tiene con ella, Natalia se muestra reticente: también él había caído bajo la influencia de la máquina. Dice Tausk: “ya no podía hacerse comprender por mí”.

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Las similitudes entre el AI y el aparato de ajusticiar de “En la colonia penitenciaria” de Franz Kafka son evidentes (ver mi entrada del pasado 10 de abril). Para mayor coincidencia, ambos textos fueron publicados el mismo año y en la misma zona de Europa –ex Imperio Austro-Húngaro-. Ambos describen aparatos de control que invaden el cuerpo humano, que imponen su propia voluntad sobre una carne humana que queda sometida, en una postura receptiva.

En los dos textos el protagonista es la máquina –en palabras de Tausk: “la que debe merecer la investigación”-. Ninguno de los relatos retacea detalles en la descripción del aparato y su funcionamiento. En los dos se narran también casos particulares que parecen contradecir la regla. En ambos el artefacto termina por descomponerse, fragmentándose, rompiéndose, haciéndose pedazos. Y su destrucción coincide con el aniquilamiento del ser humano a él conectado, con él confundido.

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He querido presentar la máquina de Tausk citando el artículo extensamente, a los efectos de ofrecer una muestra de su escritura. Uno de los aspectos más impresionantes del artículo es la habilidad literaria con que éste se despliega. Además de su inteligencia, Tausk se destacó por su concisión y claridad expositiva -aspectos que Freud valoraba sobremanera, aunque mermaron considerablemente en las generaciones posteriores de psicoanalistas-.

Por otra parte, es particularmente aleccionadora la forma en que Tausk toma el relato de sus pacientes al pie de la letra. Por momentos parece estar dando cuenta de una realidad objetiva, tal es la precisión de su relato. Y en este sentido propone el caso clínico que presenta como una “ventana” que permite advertir los “engranajes” de la máquina.

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Hasta aquí ha sido expuesto el Aparato de Influir en su morfología y funciones, la próxima habrá que adentrarse en el resbaladizo terreno de las interpretaciones…

CONTINUARÁ… 



* “Trabajos psicoanalíticos”, Viktor Tausk, Gedisa, México, 1983. Incluye un excelente prólogo de Oscar Masotta.

La ilustración está tomada de El libro de los inventos, Editorial Fundamentos, Madrid, 1972.

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