miércoles, 4 de mayo de 2016

Ana Grynbaum y Ercole Lissardi - LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES, REVISITADA -

La semana pasada visitamos la Feria del Libro de Buenos Aires una vez más, aprovisionándonos de lectura para las largas noches de invierno. Dejamos aquí constancia de algunos aspectos que, en medio de la masa de visitantes, pudimos notar.

En primer lugar, la apertura de la Feria hacia la edición independiente, o sea, hacia la producción editorial al margen de las transnacionales. Grupos de medianas y pequeñas editoriales se unen para financiar y compartir espacios en la Feria (La sensación, Todo libro es político, La Coop, Sólidos platónicos, etc.).

Fuera del ámbito de la Feria se unen también para generar empresas de distribución para su producción, que serán necesariamente más eficientes que los grandes conglomerados de distribución, abocados sobre todo a su material importado, y que terminan siendo cuellos de botella que frenan la circulación del libro independiente. También se unen para producir a lo largo del año ferias y eventos locales o regionales que acercan en cuanto es posible su producción al público lector.

Marcelo en uno de los escasísimos asientos disponibles 

Entre los stands de independientes que más nos interesaron destacamos:

- La sensación (editoriales Blatt y Ríos, Caballo negro, Ivan Rosado, Mansalva), stand que se destaca por su presentación esmeradamente artesanal, dejando de manifiesto que la diferencia bien puede estar dada por escribir con tiza en un pizarrón, cosa mucho más llamativa que un letrero de neón, dado el medio en el que se presenta.

- Todo libro es político. El hecho de haber tomado conocimiento largo tiempo atrás de que todo libro es político –y que no sólo los libros sino cualquier objeto cultural, es decir cualquier objeto, también es político- no nos quitó el placer de ver emplazada en el corazón de la Feria la militante diversidad de pensamiento anarquista, en lo político y en lo sexual, en autores jóvenes argentinos (Editorial Milena Caserola, Cactus, Tinta limón, La cebra, entre otras). Y ya que estamos en el terreno de lo innegablemente político cabe destacar la muy interesante presencia de las ediciones de Razón y Revolución -en el stand de Editorial Prometeo- por un lado las de bolsillo, entre las que recolectamos un texto de nuestro amadísimo Paul Lafargue y otro de Lilian Hellman sobre el macartismo. También nos quedamos con las ganas del volumen de escritos sobre literatura de Trotsky en primera edición completa en español, pero bueno, ya vendrán otras vidas para terminar de leer y releer todo lo que nos interesa.

Foto de Matías Baglietto publicada en la página de Facebook de
Todo libro es político

También nos gustó el stand Sólidos Platónicos que incluye editoriales como Letranómada, Fiordo, Aquilina, Godot, entre otras.

Notabilísimo nos resultó encontrar por primera vez en la Feria –si excluimos el stand de la Cámara Uruguaya del Libro- un stand de una editorial independiente uruguaya: Criatura. Para colmo Criatura también exhibe sus libros en el stand conjunto Sólidos Platónicos. Siempre nos llamó la atención que las editoriales uruguayas o bien consideraran irrelevante o inconducente estar en la Feria del Libro de Buenos Aires, o bien consideraran que sus autores no merecen el honor de tan destacada exhibición. Notable y excepcional, pues, lo de Criatura, aunque conviene que tomen nota de que su slogan, la invitación “lee en uruguayo”, se escribe “leé en uruguayo”.

Selfie 

En cuanto al stand de la Cámara Uruguaya del Libro: desconcierta. Dedica su principal mesa a los libros del autor uruguayo –Galeano- que, como se sabe sobradamente, es el que menos promoción necesita en la Argentina. Y lo hace además con libros de edición argentina, no uruguaya. El editor argentino de Galeano, Siglo XXI, le dedica, por supuesto, a su autor una gran mesa mucho más grande y visible. El stand de la Cámara Uruguaya debió estar dedicado a autores uruguayos no menos valiosos pero con menor o nula promoción en Buenos Aires. Obvio.

Volvimos de allende el charco pipones. En un par de momentos epifánicos cosechamos: nuevas traducciones al español de Hrabal y de Szentkuthy, una rechoncha biografía del magro Beckett –una biografía de las que nos gustan: rebosantes de datos inútiles-, la Antología del culo de Adrián Melo, una Antología del Decadentismo francés, una gruesa Antología del haiku de Alberto Silva editada por la muy interesante editorial argentina Bajo la luna, Selfie de Ulises Cremonte, El final de la modernidad judía de Enzo Traverso, El espectáculo del tiempo, de nuestro dilecto amigo Juan José Becerra, La bruja de Michelet, etc. etc. etc.

Beckett y E.L. 

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