(ver entrada del 22/5/2015).
Según Tausk, el autor del aparato es el delirio y, cuando esta máquina aparece, constituye el “término final de la evolución del síntoma, que comenzó con simples sentimientos de transformación”. Algo pasa en el cuerpo, el cuerpo propio se aliena, empieza a depender de voluntades ajenas, e incluso desconocidas, para luego quedar subordinado a otro cuerpo, que consiste en una máquina.
APARATO DE LENGUAJE
La construcción del artefacto es entendida como modelo explicativo, un intento de ordenar el caos de la locura. Constituye una explicación, la localización de un fenómeno ubicuo, el acceso a una causa; permite, aun precariamente, cierta organización, un alivio respecto de las vivencias de despersonalización, fragmentación e invasión que acosan al sujeto.Pero, a su vez, la máquina no deja de reflejar las tensiones que le dieron lugar. Es común que se trate de un aparato eléctrico, suele estar recorrido por flujos energéticos en intensidades variables, que producen efectos en esa máquina con la que el cuerpo humano tiene una relación a un tiempo de intimidad y de exterioridad. (Recuérdese que el artículo de Tausk fue publicado en 1919: época en que los artefactos eléctricos estaban revolucionando la vida de la gente.)
La naturaleza de esta máquina es “mística” porque pone de manifiesto la insuficiencia de las palabras para dar cuenta de las vivencias. Los llamados psicóticos, o locos, adquieren una lucidez particular respecto de esta cualidad del lenguaje de resultar insuficiente.
Algunas personas fuertemente afectadas por la insuficiencia del lenguaje se construyen una suerte de prótesis, un autómata que conectado a su cuerpo funciona como médium que le permite estar en el lenguaje de alguna manera. Así logran atenuar una posición de mera pasividad ante fenómenos lingüísticos invasivos (automatismo mental: voces, comentario de actos, robo de ideas; injurias, etc.).
APARATO DE GOCE
Tausk señala que el A I es siempre un artefacto complicado. Para abordarlo, pone en funcionamiento el Aparato Conceptual Freudiano, como quien acopla una máquina con otra. Entonces, procede a leer las complicaciones del AI en tanto “inhibiciones de la pulsión sexual”.La máquina freudiana se convertirá en una suerte de máquina del tiempo que detectará una regresión a la etapa infantil en que no había aún distinción entre el sujeto y todo lo demás, en que el cuerpo no estaba todavía unificado en una imagen y rotulado con un nombre. Pero ya existía el placer y el displacer, en diversas intensidades (o lo que luego Lacan llamará el goce).
En una estación posterior de la máquina freudiana del tiempo, el niño recibe el lenguaje, y con él la cultura. La cultura es una máquina de ideas acerca del mundo y sus habitantes, pero también del cuerpo y del yo en relación con ese mundo. El lenguaje introduce en el infante un cúmulo de pensamientos que supera su capacidad para distinguirlos. La cultura es un aparato de influencias.
Cuando los límites del yo del niño no están aún claramente establecidos, éste puede imaginar que los adultos conocen sus pensamientos aunque él no los enuncie. Con su primera mentira, forma de encerrar sus propias cosas dentro de sí y separarlas del mundo, accederá a una fase más avanzada en el trayecto hacia la normalidad.
Pero, a veces la máquina del tiempo sufre alguna avería y ¡vuelta atrás! Nuevamente los límites del yo se flexibilizan, los otros pueden leer la mente del sujeto como si el cuerpo fuera transparente e imponer su voluntad sobre él como si se tratara de un niñito. (Al pasar recordemos que en 1919, Melanie Klein -especialista en el yo y sus avatares- recién exponía su primer trabajo psicoanalítico...)
Fijado a una etapa infantil, la sexualidad del sujeto deviene nuevamente polimorfa y perversa, inasible, líquida, volcada, perdida en el mundo. El cuerpo es un territorio recorrido por la libido, una superficie compuesta por zonas erógenas, si no una gran zona erógena con desniveles. Pero a veces la energía de la pulsión sexual se estanca en algún órgano y entonces se produce una alteración, como un cortocircuito.
LA CULTURA COMO MÁQUINA DE INFLUENCIAS
Por influjo del aparato hermenéutico freudiano Tausk lee el AI como “proyección” del cuerpo de la enferma (Natalia A). Deleuze y Guattari no le perdonarán el desliz; ellos estaban urgidos por demostrar que la subjetividad se produce realmente, a un tiempo en el cuerpo y en el campo social, y cualquier concepción que se manejara con representaciones les parecía ideológica en el sentido más peyorativo del término –falsa conciencia-. (Es lo que tiene la escritura de trinchera, a menudo se va de mambo; el combustible de una máquina de guerra son los enemigos.)Sin embargo, en un trabajo publicado en 2002: “Symptom in the machine: Lacan, Joyce, Sollers”, Louis Armand relaciona la máquina de Tausk con el cuerpo sin órganos de Artaud tal como es desarrollado en El Antiedipo, sin reparo epistemológico alguno. Es que la máquina de influenciar de la cultura no se detiene; nada pierde, todo lo transforma. Y las ideas son de quien pueda apropiárselas.
Por otra parte, Renata Damiano Riguini y Oswaldo França Neto publicaron en 2008 un artículo relacionando el texto de Tausk con algunas elaboraciones de Lacan: “O aparelho de influenciar da psicose: o artificio de Vitor Tausk”.
HERMANO MÁQUINA
Damiano Riguini y França Neto recogen de la obra de Lacan los elementos necesarios para calificar a la máquina de Tausk como aparato de lenguaje. Como bien señalan, los “delirios psicóticos” ponen de manifiesto la forma en que el lenguaje se incrusta en el cuerpo humano, cómo toma posesión de él.En el comienzo de nuestra constitución como humanos, las palabras nos son impuestas; debemos aprender a hablar y a responder, a obedecer: ver las cosas que son denominadas y llamarlas por los nombres que tienen, que ya existían antes de que uno llegara al mundo. La experiencia llamada psicótica pone en primer plano la exterioridad del sujeto en relación con el aparato del lenguaje.
Las experiencias del cuerpo y el lenguaje que se producen más allá de la normalidad evidencian la dimensión parásita del lenguaje y nuestra dependencia de ciertos nombres a través de los cuales nos reconocemos como nosotros mismos en relación con deseos que hacemos nuestros. Y también las injurias, que operando cual maldiciones tienden a inducirnos a repetir justamente aquellas situaciones que hubiéramos preferido no vivir.
La terrorífica vivencia de despedazamiento del cuerpo (o de la máquina conectada al cuerpo, que viene a ser lo mismo) se debe a una falla en la articulación simbólica. Un punto que se corre en la red de correspondencias entre cierto “Yo soy” y “Este es mi cuerpo”. La ilimitación que resulta de dicha falla conlleva con un goce, amenazador, porque no está al servicio del orden.
El AI está construido para delimitar ese goce peligroso, para circunscribir los fenómenos en algo, un cuerpo, aunque sea un autómata hermano gemelo. Pero estos AI están en movimiento, son montajes, más o menos consistentes y más o menos duraderos. Al igual que las explicaciones, o teorías, que pueden resultar de interés en determinado momento para luego volverse obsoletas.
COROLARIO
La máquina de recoger y reciclar “influencias” de la posteridad rescató a Tausk del injusto desconocimiento de Freud, Lacan, Deleuze, Guattari et al. Como en el aparato de “En la colonia penitenciaria”, finalmente se hizo justicia (ver mi entrada del 10 de abril de 2015). La máquina de Tausk está viva.ADDENDA
Otra influencia del Aparato de Influenciar de Tausk es el libro ”The influencing machine: Brooke Gladstone in the Media”, escrito por Brooke Gladstone e ilustrado por Josh Neufeld, que usa la máquina para explicar la influencia de los medios masivos de comunicación en las personas y del cual hay un simpático corto de animación disponible en https://vimeo.com/23867276---
* “Acerca de la génesis del aparato de influir en el curso de la esquizofrenia”, Trabajos psicoanalíticos, Viktor Tausk, Gedisa, México, 1983.
La ilustración está tomada del libro "Poesía concreta", Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1982.